1. ¿Es bueno hacer deberes en verano?


Existen partidarios de considerar la época veraniega como un paréntesis en la vida de los niños. Piensan que deben desconectar del colegio y aparcar sus obligaciones formativas para dedicarse al juego y al descanso. Otras personas consideran que el verano debe ser una continuación del periodo escolar.

Obviamente tanto un extremo como otro nos parecen excesivos. Hay que partir de la base de que las vacaciones son ante todo un periodo de descanso, pero ello no quiere decir que los niños abandonen por completo su aprendizaje.

Es conveniente que los niños no dejen totalmente el hábito de trabajo adquirido durante el curso, pero la forma de realizar los deberes ha de ser más relajada y, a ser posible, más entretenida.






2. ¿Qué tareas realizar durante el verano?


Normalmente deben ser los profesores los que marquen la pauta de las tareas a realizar durante las vacaciones de verano. Ellos son los que mejor conocen las necesidades de cada niño en este aspecto, y pueden indicar a los padres qué áreas deben reforzar.

En muchos colegios tienen los llamados cuadernos de verano para realizar durante las vacaciones. Pueden ser útiles en muchos casos, pero para algunos niños pueden ser innecesarios y para otros insuficientes.

Como regla general, si el niño ha tenido un buen rendimiento y unas buenas calificaciones, no es necesario que estudie o haga deberes convencionales, pero esto no significa que no realice ninguna actividad cultural.

La lectura es la actividad más adecuada en estos meses. El verano es una época ideal para que los niños se aficionen. Esta lectura no tiene que ser siempre una actividad individual. Podemos leer con nuestros hijos alguna historia y comentarla a continuación.

Otras actividades de tipo cultural que podemos realizar con nuestros hijos son la de visitar museos, hacer excursiones culturales, etc.





3. Cuándo estudiar o realizar deberes en verano


Si nuestros hijos no han superado alguna asignatura durante el curso o los profesores nos recomiendan que deben reforzar alguna materia, es importante planificar el método de trabajo y el tiempo que se va a dedicar al estudio o a realizar los deberes.

El mejor momento para estas tareas es realizarlas a primera hora del día, tras el desayuno. Es el momento en que el niño está más descansado intelectualmente y, además, de esta manera sentirán que tienen el resto del día libre.

Las vacaciones de verano constan de tres meses. Es, por tanto, un periodo largo de tiempo, por lo que dentro de este periodo también habrá días para descansar de los deberes estivales.

Si la familia realiza un viaje de una o dos semanas, es preferible aparcar los deberes en estos días ya que lo contrario sería una carga tanto para el niño como para el resto de la familia. Por esto es importante programar las tareas educativas al comienzo del verano teniendo en cuenta todos estos factores.

Es recomendable ser estrictos en el cumplimiento de esta planificación dedicando diariamente un tiempo determinado, según la edad y las necesidades del niño, al estudio y los deberes, creando una rutina que consigue que los niños no pierdan el hábito de trabajo durante las vacaciones. No obstante siempre tendremos que considerar una cierta flexibilidad teniendo en cuenta compromisos e imprevistos que pueden surgir pero intentando que no afectan a lo sustancial del horario establecido.





4. Aprender con otras actividades


El verano es una época en la que los niños pueden desarrollar muchas actividades diferentes al estudio convencional pero que son muy provechosas para el aprendizaje del niño y para su desarrollo tanto social como individual.

Las colonias y campamentos veraniegos, aparte del atractivo lúdico que tienen para los niños, sirven para fomentar las relaciones sociales con otros compañeros y para aprender a desenvolverse en sociedad fuera de la protección familiar.

Los viajes y excursiones familiares pueden tener efectos muy beneficiosos en los niños. Pasamos muchas horas juntos con nuestros hijos y se estrechan las relaciones familiares. Hemos de procurar que estos viajes tengan cierto contenido cultural, pero intentando no aburrir a los niños.

La lectura es otra actividad fundamental para el desarrollo intelectual del niño que se debe de fomentar especialmente en verano, ya que el niño tiene mucho tiempo libre.

Podemos concluir que el verano presenta numerosas alternativas para enriquecer el aprendizaje y la formación de nuestros hijos.


Dª. Trinidad Aparicio Pérez
Psicóloga clínica. Psicóloga escolar

Universidad de Granada

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